Viviendo y muriendo a un mismo tiempo,
pasan las horas y quedan perdidas,
los años se van repletos de sueños
y el viento llora triste a escondidas.
Torpemente, ansiamos vivir mil vidas,
tener como duda el cielo y el infierno,
volar suavemente, fingiendo sonrisas,
y al ver a la muerte, cagarnos de miedo.
Pero todo se acaba y nos preguntamos,
escondiendo un llanto que no tiene cura,
qué fue de mi vida, dónde la he dejado.
Y al fin, en la cama, repletos de arrugas,
mirarnos las venas, sangrar por las manos,
saber que eres libre, bendita tortura.
jueves, 15 de abril de 2010
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