jueves, 18 de marzo de 2010

Una noche más

La noche se estremecía feroz,
los búhos se escondían por el miedo,
y yo, desafiante, salí a caminar despacio
mientras la sombra me abrazaba como una ramera.

Un mendigo, o un soñador sin techo
vino hacia mí, sonriendo, sin ojos que reflejen la luna.
Un euro, una moneda de un euro
dijo mientras cantaban los grillos del asfalto.

Busqué en mis bolsillos, nada había,
simplemente soledades de pelusa.
Miré su cara y negué con la cabeza,
agaché la vista y vi su mano.

Sostenía una moneda con la cara del rey,
con mis dedos acaricié su áspera piel y guardé el tesoro,
se marchó tarareando una canción triste,
esa canción que canta el alma mientras la boca sólo es un altavoz.

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