Cortaste la suerte de este poeta,
con tu afilada sonrisa de hojalata,
que por jugar a hacer que no sufría
lloró mil gotas escondido entre la nada.
Me matabas para resucitarme,
jugaste conmigo y yo me dejaba,
era tu fiel mascota,
tu marioneta mutilada.
Y a pesar del dolor que me causaste,
de la falta de alegrías en mi almohada,
si pasas de nuevo a mi lado
te abro la puerta de mi cabaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario